Justicia

La tortura del cepo

El Corregidor es el encargado de solucionar las controversias en las comunidades, complementado por la labor del Cacique, el policía y el Comisario. Además, las notificaciones a los demandantes y acusados corren por cuenta de los guarajes

“Parece que no fuera tan duro, pero hace arrepentir a los delincuentes y culpables”.  El presidente del Consejo Indígena del Pueblo Tacana (Cipla) del norte paceño, Jesús Leal Ruelas, no dubita en sus palabras cuando se refiere al cepo, una construcción de madera con cinco huecos que es el castigo tradicional del sistema de justicia de los tacanas.  Dependiendo de la gravedad del delito, los acusados pueden ser obligados a ingresar desde sus dos pies (en caso de robos) hasta su cabeza y dos brazos (violación y asesinato) a los hoyos del instrumento.  “Puede estar hasta seis horas.  Hace cansar el cepo”.

El cepo no sólo puede ser destinado a los tacanas, sino también a los foráneos.  El responsable de Logística del Cipla, Arlum Medina Capiona, recuerda que en una ocasión personeros del Instituto Nacional de Reforma Agraria fueron sometidos a esta tortura por no atender los requerimientos de un villorrio.  “Los dos palos te aprisionan y aprietan entre el pie y la canilla.  Si te mueves mucho te ocasiona un hinchazón en las partes sujetadas.  Una vez hubo una persona que fue castigada durante toda una noche por haber estado involucrada en un delito muy fuerte”.

No obstante, hay otras sanciones en la justicia de esta etnia como las multas económicas y trabajos comunales como la limpieza de la plazuela local o la casa del Corregimiento, éstos son comunes en las peleas de personas en esta-do etílico.  Al final se firma un acta de compromiso por parte del demandado para no volver a cometer los errores.  “Se organiza un debate a nivel de los pobladores y se elabora un veredicto que cuenta con la participación de todos”.  Leal informa que las autoridades son las que portan una reglamentación para aplicar los castigos.

Medina dice que es el Corregidor el encargado de la solución de las controversias, complementado por la labor del Cacique, el policía y el Comisario.  Además, las notificaciones a los demandantes y acusados corren por cuenta de los guarajes o mensajeros.  “Los problemas que son muy difíciles son remitidos a los efectivos policiales de San Buenaventura, para que se deriven a la justicia ordinaria.  Pero eso sucede en casos extremos, generalmente las cosas se arreglan a nivel interno y con la aplicación del cepo, que es a lo que más temen y odian los tacanas”.

El antropólogo José Teijeiro Villarreal relata que en una de sus estancias en la comunidad tacana de Villa Alcira presenció que la Asamblea era el máximo nivel de decisión en juicios comunitarios.  “Se reunieron ¡os habitantes en la escuela a petición del Corregidor y allí se discutió y analizó el caso, y se sacaron las conclusiones.  En los hechos que involucran a terceros, por ejemplo, aquellos que ingresaron sin autorización en el territorio originario, éstos llegan hasta el Consejo Indígena del Pueblo Tacana, que se dedica a una tarea de gestión”.

Su homólogo Wigberto Rivero Pinto ratifica que los procesos de “mínima cuantía”, como las dificultades familiares con los hijos que desean casarse, son resueltos por el Corregidor, Cacique o el Presidente de la aldea.  “Ellos consultan a la gente reunida, pero al final son los que toman la decisión del castigo.  ¿Cuáles pueden ser éstos? Sé que igual tienen una especie de carceleta o que cavan un pozo donde ponen maderos encima del acusado que permanece varios días.  Antes lo amarraban por horas al palo santo que contenía hormigas”, cuyas picaduras ocasionan fiebre.

Los misioneros evangelistas John e Ida Ottaviano explican que “a veces surgen enemistades y resentimientos entre familias tacanas, pero se traducen en frialdad y alejamiento entre los antagonistas.  Un grupo o persona puede incluso trasladarse a otra área para evitar contactos.  Estas enemistades, sin embargo, no resultan en venganzas sangrientas ni se practican riñas abiertas y públicas, ya que a los tacanas les disgusta mostrar abiertamente sus sentimientos, aun entre ellos.  Los asesinatos son desconocidos y las guerras internas son actualmente inexistentes”.

Entre los tacanas del norte paceño también son reconocidas otras autoridades estatales como los alcaldes de los principales municipios de la provincia Abel Iturralde, San Buenaventura e Ixiamas, o sus agentes cantonales que coordinan con las localidades de las etnias repartidas por la región amazónica, las que se reúnen principalmente con los presidentes de las organizaciones territoriales de base y los corregidores para comunicarles de las reuniones que se celebran en los ambientes ediles cercanos o las tomas de decisiones de los líderes municipales.