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El olvido en la periferia

José Soquereme Batá es el presidente de la Organización Territorial de Base del pueblo chiquitano de Guayaba, en la provincia Ñuflo de Chávez.  Él no se guarda nada a la hora de pronunciar la principal demanda de sus vecinos.  “Nuestro camino de acceso es malo, por eso en época de lluvias quedamos incomunicados con la capital Concepción”.  Su aseveración no es gratuita.  Para arribar al lugar desde suelo concepcioneño hay que transitar una vía de tierra que se asemeja a una calamina repleta de huecos y piedras.  En una región donde hay pistas para avionetas, llama la atención la deficiencia de las carreteras; moneda comente en las zonas periféricas.

En las aldeas que rodean a las localidades urbanas chiquitanas como Concepción y San Javier se reproduce este problema, a lo que se suma una limitación: la ausencia de servicios básicos.  En Guayaba hay gente que bebe agua de pozos y ríos, la que puede estar contaminada y atentar contra su salud.  El sitio cuenta con dos bombas de líquido potable que fueron instaladas por la Subprefectura, y todavía dista mucho que los hogares dispersos por los predios guayabeños cuenten con piletas particulares.  “Con tal de conseguir nuestros votos para el referéndum revocatorio del 10 de agosto, la Prefectura cruceña nos prometió agua.  Y nada hasta ahora”.

Lo mismo acontece con la provisión de energía eléctrica.  El villorio cuenta con un motor que otorga electricidad para algunas labores agrícolas.  En el día, sólo la luz del sol ilumina a Guayaba; por la noche, la de las estrellas.  Tampoco los habitantes del área conocen las garrafas de gas licuado de petróleo.  “Aquí no sabemos de eso.  Ni tenemos plata para comer y vamos a tener para una cocina o una garrafa”.  Los camiones repartidores de este carburante sólo llegan hasta Concepción, a media hora de viaje del suelo guayabeño, donde los fogones a leña son el instrumento empleado por las amas de casa para preparar los alimentos.

Elba Flores Gonzales, investigadora del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social, evalúa que los servicios básicos son todavía incipientes en las comunidades chiquitanas periféricas. “El desarrollo está ingresando en las poblaciones más grandes, las que cuentan con más de 100 familias. En las demás, las con menor población, no pasa nada.  Y el agua es el elemento que más precisan, sobre todo en la época en que no hay lluvias, cuando hasta los ríos se secan. Más bien, hay algunos lugares a donde están ingresando proyectos para subsanar estas dificultades, de la mano de instituciones sin fines de lucro como Visión Mundial”.

Esta tristeza desafina con la alegría arquitectónica de las viviendas chiquitanas.  En los villorrios alejados éstas sobresalen con paredes elaboradas con palos de motacú y hojas de palmeras. “Nos toma hasta un mes hacer una casa.  Para eso aplicamos la minga, o sea, estamos obligados a ayudarnos entre comunarios y familiares”. En las localidades principales, como Concepción y San Javier, las casas están hechas con tejas y muros pintados de color blanco donde resaltan bordes matizados con figuras propias de esta etnia.  La arquitectura es una especialidad heredada de los jesuitas por los miembros de esta nación.

Volviendo a las dificultades, aún existen falencias en cuanto al ambo de la tecnología de internet; sólo hay una sala de estas características en tierra concepcioneña.  No obstante, la telefonía celular está asentada en la región gracias a la frecuencia de las líneas de Tigo y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, que abarcan hasta las áreas periférica.  Según Soquereme, de un tiempo a esta parte la demanda de celulares ha crecido entre los chiquitanos a causa del desarrollo de las telecomunicaciones.  “Antes teníamos que ir a Concepción para una llamada.  Ahora nos comunicamos con familiares en Santa Cruz y en otros departamentos”.

El subprefecto de la provincia Ñuflo de Chávez, Samuel Moreno Ortiz, comparte las necesidades y preocupaciones de los habitantes de la zona.  “Los caminos deben mejorarse y estamos en ese plan.  Queremos que todas las poblaciones puedan estar unidas mediante vías.  Un tema pendiente es la ayuda a la producción agrícola, y estamos buscando la forma de atraer proyectos, porque si las familias no tienen ingresos económicos no pueden lidiar con el aumento de los precios de la canasta familiar. Y los servicios básicos llegarán lentamente a todos los sitios”.  Una promesa que Soquereme espera que sea cumplida pronto en Guayaba.


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