Geopolítica de expoliación

Nociones de Geopolítica - Geopolítica de expoliación

1.— Los imperios coloniales europeos en América.

A partir del descubrimiento de América (1492), los países de Europa occidental, mejor organizados y con espíritu de empresa, se entregaron de lleno a la tarea de extender su dominio sobre los demás continentes, bajo la forma directa: la dominación colonial.

De esta manera, mesnadas de aventureros españoles, portugueses, holandeses, franceses e ingleses, se desparramaron de uno a otro confín de nuestro continente procurando atrapar —unos y otros— las mejores presas.

España —que llegó primero— ocupó las tierras más pobladas, más ricas y más extensas.  Su dominio alcanzaba desde la parte meridional de los Estados Unidos, hasta el Estrecho de Magallanes, excluyendo únicamente la región oriental del Brasil.  En este vasto territorio que comprendía Texas, México, América Central, el Caribe y gran parte de la América del Sur, los españoles se dedicaron a una rapaz explotación del subsuelo y de los nativos, por espacio de tres siglos.  Ejemplo clásico de los métodos compulsivos de trabajo es la Mita Minera, a la que el indio iba forzado y cargado de cadenas.

Los portugueses ocuparon en un principio la parte del Brasil que queda al oriente del meridiano que pasa por la desembocadura del Amazonas.  Pero descontentos con la extensión de su colonia, decidieron extenderla a costa de las posesiones españolas y desde ese mismo momento, la onda colonizadora portuguesa avanzó inconteniblemente hacia el oeste.  Esta directriz geopolítica de consolidar una base ecuménica continental han heredado los brasileños, que tienen como Constante de su Historia “la marcha hacia el oeste”.

Los ingleses ocuparon la costa atlántica que queda al sur de Nueva York y al oeste de las montañas Apalaches.

Los franceses se mantuvieron en el Canadá y en la cuenca del Misisipí hasta el siglo XVIII en que cedieron su dominio colonial a Inglaterra, después de repetidos descalabros militares.

Los holandeses intentaron radicarse en el área de Nueva York, pero también fueron expulsados por los ingleses.

La zona estratégica del Caribe fue disputada ferozmente por españoles, franceses, ingleses y holandeses.  Cada cual obtuvo su parte.  Los centenares de islas e islotes que existen en las Antillas, sirvieron de base a los bucaneros, piratas y corsarios dedicados a saquear barcos españoles que regresaban a la metrópoli cargados de riqueza, así como los prósperos puertos de la región: Cartagena de Indias, Nombre de Dios, Santo Domingo, Port-au-Prince, Port Royal, etc.

2.— Desarticulación del Imperio Colonial Español.

En el siglo XVIII el gigantesco Imperio Colonial Español estaba dividido en cuatro Virreinatos y en cuatro Capitanías Generales, que se subdividían a su vez en Intendencias o Gobernaciones.  Por ejemplo, el territorio de la Real Audiencia de Charcas, que formaba parte del Virreinato de Buenos Aires, estaba formado por las Intendencias de La Paz, Potosí, Cochabamba, la Presidencia de Charcas y la Gobernación de Moxos y Chiquitos.

Estas subdivisiones coloniales tenían límites confusos y su vinculación era deficiente. Fuera del contacto marítimo, existían contados caminos en el interior del continente. Las llanuras húmedas del Amazonas y las llanuras secas del Chaco permanecieron desconocidas.  Por ejemplo, las tierras situadas entre los ríos Madre de Dios, Marañón y Amazonas, recibieron el sugestivo nombre de Provincias No Descubiertas.

Por falta de caminos las colonias españolas no comerciaban entre sí y sus habitantes se ignoraban recíprocamente.

La circunstancia anotada, influyó poderosamente en la Guerra de la Independencia, permitiendo la organización de guerrillas regionales o “Republiquetas” que actuaban sin coordinación y conexión.  Cada comandante guerrillero mandaba por cuenta propia y los caudillos se desconocían entre sí.

Andando el tiempo, la desarticulación total de América Española culminó con la creación de varios Estados débiles y mal organizados.

3.- Planteamiento unitario de Bolívar.

Después de 15 años consagrados a la libertad de América, el genial Libertador Simón Bolívar, invitó a los gobiernos de las Repúblicas de América (Colombia, México, Perú, Chile y Argentina), para que se reuniesen en el Istmo de Panamá y formasen una gran Confederación “que nos sirviese de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos, en fin, de nuestras diferencias”. (Oficio del Libertador, fechado en Lima el 7 de diciembre de 1824).

“Estas ventajas se aumentan prodigiosamente –decía el Libertador– si se contempla en cuadro que nos ofrece el mundo político y muy particularmente el continente europeo”.

En cuanto a la capital política de esta Gran Confederación, Bolívar escogió para este papel a la ciudad de Panamá.  Al respecto decía: “Parece que, si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto destino, colocado, como está, en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por otra, el África y la Europa”.

En esta concepción geopolítica se anticipó con mucho tiempo al británico Makinder.  Para Bolívar el HEARTLAND (Corazón) del mundo estaría en América Central ístmica.

El Libertador intentó formar una Gran Confederación, capaz de hacer frente en el futuro al Imperio Británico como a los Estados Unidos; pero sus contemporáneos se opusieron impulsados por sus mezquinos intereses.

4.— Creación de Estados inconexos.

Los miserables celos regionales de los caudillos de última hora que en cada rincón de América habían usurpado el sitial correspondiente a los veteranos de la Guerra de la Independencia; las ambiciones personales y mezquinas de los que preferían ser cabeza de ratón y no cola de león; la demagogia y las intrigas que utilizaron los nuevos líderes en las Asambleas de Bogotá, Lima o Chuquisaca, condujeron a la decisión final de formar Estados Independientes aunque esta independencia “no fuera garantía final de duradera soberanía” (Arnade).

El Libertador había arado en el mar.

5.— Penetración del Imperialismo en América Latina.

Cuando desaparecieron los imperios coloniales, la dominación europea, y posteriormente la norteamericana, tomaron la forma moderna y sutil del control económico y financiero, en los países débiles y turbulentos de América Latina.

Gran Bretaña inició este tipo de penetración en nuestro continente, controlando la explotación de las líneas férreas y de sus recursos naturales (guano, salitre, cobre, plata, quina, goma).

La intervención imperialista de Gran Bretaña causó daños irreparables a Bolivia.  En efecto, fue la Compañía de Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta la que provocó la Guerra del Pacífico en 1879.  Esta compañía anglo-chilena, cuyos principales accionistas eran los súbditos británicos Guillermo Gibbs, Agustín Edwards y Jorge Hicks, se propuso despojar a Bolivia de su Litoral y consiguió su objetivo.  Los agentes que la Casa Gibbs tenía en Bolivia y el Perú, actuaron como espías en favor de Chile.

Igual felonía cometió en el Perú el antiguo maquinista ferroviario que con el correr del tiempo se convirtió en Lord North el “Rey del Salitre”.  Este súbdito británico fue el autor directo del desastre de Iquique, que costó 5.000 bajas a los peruanos.

Otro ejemplo de la rapacidad el imperialismo británico es el Empréstito Church colocado en la City de Londres para la construcción del F.C. Madera-Mamoré.  El ferrocarril no se construyó jamás y el paupérrimo Estado Boliviano quedó deudor de 1.700.000 libras esterlinas.

A partir del siglo XX sólo hubo un cambio de etiquetas en América Latina: al Imperialismo Británico le sucedió el Imperialismo Norteamericano.  El Foreing Office cedió su papel directriz al Departamento de Estado.