Aunque Bolivia es un país encajonado y asfixiado, no pretendemos predicar una Geopolítica de expansión territorial. Lo único que deseamos es poner en guardia a nuestro pueblo contra las exageradas ambiciones de los Estados AMEBAS que piensen crecer indefinidamente a expensas de nuestro territorio y de nuestros recursos naturales.
Hasta aquí —llevados por la desorganización y la anarquía— hemos dejado que la superficie del país quedara reducida a menos del 50% de la herencia original. Es hora de poner freno a los delirios expansionistas de nuestros peligrosos vecinos y para ello planteamos cinco aspectos básicos.
1.— Política de poblamiento y colonización.
El último Censo de Población realizado en 1976, nos ha mostrado una terrible realidad que se sintetiza en dos puntos:
1º Nuestra población es exigua; apenas llega a la cifra de 4.687.718 habitantes.
A falta de una información precisa para años posteriores, el Instituto Nacional de Estadística (INE), preparó cuadros de proyección de la población boliviana, en base a datos que recopiló en los últimos años.
Para 1983, calculaba el INE que Bolivia tenía una población de 6.081.722 habitantes. Para los dos años posteriores las proyecciones son:
1984… 6.252.721 habitantes
1985… 6.429.226 habitantes
En otras fuentes, la proyección del “Almanaque Mundial 1983”, para el año 1985, consigna la cifra de 6.665.000 habitantes.
De todas maneras, la densidad demográfica de Bolivia es muy baja.
2º Las tierras del oriente boliviano que limitan con el Brasil (Pando, Beni y Santa Cruz) tienen una densidad de población de medio habitante por kilómetro cuadrado.
Frente a esta dura realidad, el Gobierno debe encarar de inmediato una política de Poblamiento y Colonización que –entre otros– contenga los siguientes puntos:
a) Descartar toda política neo-malthusianista que tienda al control de la natalidad. Esta política sólo favorece a los países imperialistas que quieren tener reservas de territorios y de recursos naturales para el futuro no muy lejano.
b) Evitar el flujo poblacional al exterior. Sólo en el período 1960–1975, emigraron a otros países alrededor de 700.000 profesionales bolivianos altamente calificados o semicalificados.
c) Crear fuentes de trabajo para evitar el desempleo, la subocupación y la emigración.
d) Racionalizar la distribución interna de la población. Trasladando familias campesinas desde la región andina —densamente poblada— hasta las llanuras tropicales, adjudicándoles tierras laborables en la proximidad de los caminos. Evitar el descontrolado éxodo rural hacia las ciudades.
e) Aumentar el ingreso per cápita de los bolivianos, porque la miseria es una causa principal para el estancamiento demográfico.
f) Mejorar las condiciones de salubridad y combatir sobre todo el tremendo flagelo de la mortalidad infantil.
g) Planificar —con carácter de prioridad— la inmigración selectiva, trayendo contingentes humanos que aporten nueva tecnología agropecuaria.
2.— Explotación racional de los recursos naturales.
Bolivia tiene variedad de recursos naturales: el suelo agrícola, la producción agrícola y ganadera, el agua, las praderas y los bosques, la flora y la fauna silvestres, los minerales, los hidrocarburos, etc.
Estos recursos son la base indispensable de la actividad económica, por lo tanto, hay que utilizarlos y manejarlos racionalmente.
Entre las medidas más aconsejables para ello, figuran:
1º Hacer el inventario de los recursos disponibles.
2º Formar una conciencia conservacionista entre gobernantes y gobernados para evitar el despilfarro (de la madera, de los hidrocarburos, de la fauna silvestre, etc.). La Conferencia Interamericana sobre Conservación de Recursos Naturales Renovables, reunida en Denver en 1948, formuló esta declaración que mantiene su vigencia a pesar de los años transcurridos:
“… … Ninguna generación es propietaria exclusiva de los recursos naturales que la sustentan. Las generaciones sucesivas son simplemente depositarlas encargadas de conservar intacto el patrimonio a sus herederos. Destruir ese capital es cometer una traición al futuro”.
En consecuencia, el Estado debe adoptar sistemas de protección y previsión.
En veces, la variación súbita de las factores climatéricos producen graves contratiempos económicos y sociales en una nación. En 1983, Bolivia experimentó inundaciones en las tierras tropicales de Santa Cruz y sequías en todo el Altiplano y en el Chaco. Como consecuencia de estos fenómenos naturales, Bolivia experimentó graves limitaciones en la producción de carne, papas, hortalizas, azúcar, trigo, arroz y otros productos agrícolas. En muchos casos, el país tuvo que adquirir semillas para la siembra veraniega de 1983.
Con miras al futuro, el país debe contar con un plan de aprovechamiento de los recursos hídricos.
3.— Política de industrialización.
La estructura de nuestra industria no es adecuada ni suficiente.
Bolivia tiene un parque industrial incipiente y deficiente. En líneas fundamentales sigue siendo proveedor de insumos a los países altamente industrializados. Carece de Industria Pesada, porque los países imperialistas entorpecen y frenan sistemáticamente, sobre todo, la industria de construcción de maquinarias. De este hecho deriva su dependencia del sector externo y su gran vulnerabilidad.
Además, la tecnología atrasada no le permite competir con países que están en proceso de industrialización (Brasil, Argentina, Chile) y mucho menos con los que tienen industria avanzada.
Existen otros factores que frenan el crecimiento industrial del país. Entre ellos podemos mencionar: los transportes deficientes y el peso abrumador del contrabando.
Bolivia forma parte de varios grupos de integración económica en América Latina, especialmente del Grupo Andino que ha repartido entre sus miembros numerosas asignaciones industriales, con miras a un mercado regional ampliado.
Para que nuestro país cumpla debidamente sus asignaciones (automotriz, metal-mecánica, petroquímica) tiene que renovar aceleradamente sus equipos y adoptar una tecnología moderna. Y para ello el Estado debe crear condiciones ideales a fin de que la industria boliviana ingrese en un proceso de transformación sostenido y creciente.
Aunque no somos contrarios a la instalación de acerías y plantas petroquímicas, pensamos que la industria nacional debe tener como punto de partida “la producción de artículos de consumo popular”. En este sentido, la Agroindustria debe merecer de parte del Estado, el máximo respaldo.
4.— Vertebración vial del país.
Vertebración vial quiere decir dotar al país de un sistema de transportes que vincule el norte con el sur, la región andina con las llanuras tropicales y con todas las zonas periféricas.
Han sido propuestos dos ejes: uno desde La Paz hasta Puerto Suárez y otro desde Tarija hasta el Beni, con sus respectivos enlaces complementarios.
Una labor de esta naturaleza significaría la complementación del país en forma efectiva y positiva.
Zonas económicamente postergadas quedarían abiertas a la colonización y explotación. Los caminos serían arterias vitales para la circulación de productos agropecuarios hasta los centros de consumo.
En el caso de las fronteras, los caminos permitirían el asentamiento de la soberanía nacional en zonas donde la penetración extranjera es un hecho innegable.
También en los aspectos social y cultural, los transportes eficientes permitirían una mayor vinculación entre las distintas regiones del país que ahora viven en aislamiento.
5.— Reintegración marítima.
El enclaustramiento geográfico de Bolivia le aísla del resto del mundo. El mar tiene una influencia diversa sobre la vida de los pueblos; sobre todo es fuente de recursos biológicos y proporciona el medio más barato de transporte.
Por otra parte, la mediterraneidad pone a Bolivia, atada de pies y manos, a merced de los cinco países vecinos.
Con respecto a nuestro derecho de retorno al mar, el eminente diplomático Jorge Escobari Cusicanqui dice en su libro “Historia Diplomática de Bolivia”, lo siguiente:
“Este derecho de un acceso propio al mar, además de ser invocado con el legítimo título de haberlo poseído y de estar amparado en la demanda justa de que se le restituya, es de carácter vital para Bolivia. El Tratado de 1904 no lo ha enajenado; por el contrario, su vigencia de más de 70 años, ha probado que la fórmula del libre tránsito adoptada en él no alcanzó a sustituirlo de manera alguna. Cuando Bolivia firmó ese Tratado, lo hizo presionada por la amenaza y la violencia. Nadie sacrifica voluntariamente órganos vitales o derechos inherentes a la propia subsistencia .... Ningún Estado tiene la facultad de imponer a otro la renuncia a Perpetuidad de órganos esenciales a su soberanía, a su autonomía y a su independencia”.