Cartas de niños:
Carta de un niño Chacobo
Departamento de Pando, 12 de marzo de 2010
Estimados amigos. -
Un amigo me preguntó cómo hacíamos para cazar peces en el río con arpones; pues él, una vez había tratado de hacerlo y le parece imposible. Yo quiero explicarlo a todos los niños. No es muy difícil. En realidad, usamos un pequeño truco: Cogemos una raíz que se llama “Verbasum” que es muy venenosa: la aplastamos hasta volverla fibrosa y la arrojamos al agua; entonces los peces se quedan como adormecidos y es fácil hincarles los arpones; con un poco de suerte, hasta se los puede coger con las manos.
Pero lo que ustedes no saben es cómo hacemos nuestras telas. De un árbol, “Bibosi”, se le corta un buen trozo de su corteza. Luego se lo golpea con un mazo sobre un tronco hasta ablandarla. Cuando ya está blanda se la limpia con agua, se la exprime y se la hace secar al sol. Así ya está lista para hacernos un vestido. Esta forma de hacer telas para trajeses más fácil que ir tejiendo hilos e hilos. ¿Verdad?
¿Qué les parece mi pueblo? Construimos nuestras casas con techos de palmeras, con o sin paredes laterales. Dentro de las casas y amarradas a los troncos, están las hamacas hechas de palmeras trenzadas. En el suelo está una batea de madera, (Hecha de un sólo tronco vaciada con hacha) lista para moler el maíz.
Nuestros papás se dedican especialmente a la caza y a la pesca. Cuando vuelven con las presas invitan a toda la aldea para participar en el festín.
Para festejar acontecimientos importantes, los hombres se visten muy elegantes, se ponen más adornos que las mujeres. En ocasiones, usan adornos de vistosas plumas y de varios colores colocados en las perforaciones que se hacen en la nariz y en el labio inferior.
Las fiestas más importantes que celebramos son:
La fiesta del MAÍZ y la fiesta de la YUCA. En estas fiestas se come muy bien y se bebe sin emborracharse mucho.
Esperando que les haya gustado conocer algunas cosas de mi pueblo, me despido de ustedes hasta una próxima oportunidad.
Adiós,
Humaba
Niño Chacobo
Carta de un niño Tupi-guaraní
Provincia, Ñuflo Chávez, Santa Cruz, 12/03/75
Estimado hermanito:
El pueblo al que pertenezco es el Sirionó: Te digo esto porque los TUPI GUARANÍES nos dividimos en tres grandes pueblos: Los GUARAYOS, Los PAUSERNAS y nosotros, Los SIRIONOS. Los tres grupos tenemos las mismas costumbres y la misma religión.
En general somos gente muy sacrificada y trabajadora. Nos levantamos muy temprano, aún oscuro, para ahuyentar la noche y llamar al sol. A veces cuando no tenemos sueño nos levantamos a comer algo o a beber un buen trago de chicha de maíz.
Somos muy austeros. No malgastamos tiempo en fiestas ni en borracheras.
Nuestra abundancia y alegría la trae “el Abuelo” que es el Dios del Bienestar, semejante al Ekekho de los niños paceños. Nuestras leyendas cuentan que él nos dio la yuca, el plátano y el maíz. Que él nos enseñó el modo de hacer la chicha y cómo construir nuestras casas de hojas de palmera trenzada.
Nosotros no usamos el dinero, como los que habitan en las ciudades y pueblos. Todo lo que necesitamos lo hacemos nosotros porque nos lo enseñó el Abuelo.
Además, tenemos un dios superior al Abuelo que es el dios Tumpa, a quien adoramos no sólo nosotros sino otros muchos pueblos del oriente boliviano. Este dios da el poder al Abuelo y organiza a los hombres. Por eso nosotros le queremos mucho.
Tu amigo
Chori
Niño Tupi-Guaraní
(Silla excavada en un tronco)
Carta de un niño Chiriguano
Departamento de Tarija, 12 de marzo de 2001
Querido amigo:
Te escribo esta carta, pues tengo mucho miedo de que tú no llegues a conocer jamás mi pueblo. Resulta que estamos desapareciendo poco a poco. Mi abuelo me ha contado que hace unos cincuenta años éramos más de doscientos mil y ahora apenas somos noventa mil. Dice que nosotros fuimos muy numerosos y muy fuertes.
Todas las tribus que nos rodeaban nos tenían mucho miedo. En realidad, los españoles, los políticos, los terratenientes que trataron de doblegarnos, no pudieron hacerlo. Nosotros, siempre rebeldes, luchábamos para que no nos hicieran esclavos. Escapábamos de las reducciones o pueblos que los misioneros querían formar. Nosotros no podemos vivir si no es a nuestro modo.
Nuestro jefe o cacique es la única autoridad a la que queremos obedecer. El Juzga nuestras peleas y resuelve nuestros problemas; le llamamos “Iguira – iya” que significa “Dueño del Palo”. Él vive en una casa redonda hecha de troncos de madera, mientras los demás vivimos en casas cuadradas. Son lindas nuestras casas. Quisiera que probaras sentarte en una de nuestras sillas de madera excavada con hacha en un tronco. Quisiera que duermas en una de nuestras hamacas tejidas por nuestras mamas.
A las mujeres de mi pueblo les gusta mucho la limpieza, por eso tienen las cosas de la casa bien ordenadas.
Si me contestas a esta carta te voy a enviar como recuerdo un poncho hecho de cuero golpeado, tal como lo usamos en los días de fiesta. Es un poncho amplio, con mangas, y un cinturón para sujetarlo al cuerpo.
Supongo que habrás oído mucho el nombre camba, este nombre viene de nosotros. Somos grandes, rebeldes, guerreros y libres.
Esperando tu contestación, me despido
Adiós,
Amaporiba
Niño chiriguano
San Borja, Beni, 12 de marzo de 2000
Amigos:
Acabamos de volver de un caserío, y recién ahora puedo ponerme a escribirles estas líneas. Ya los últimos hombres con los que fuimos de caza, están regresando.
Yo vivo con tres familias y todos los niños salieron a recibirnos arrojando a un rincón sus arcos y flechas con los que estaban jugando.
Mi pueblo, es un grupo de hombres cazadores muy valientes, muy temerarios. No hay hombre que no muestre con orgullo alguna cicatriz que haya recibido en alguna cacería.
Cuando un hombre ve un puma y se propone atraparlo; va solo, para él es un reto de vida o muerte; cualquier ayuda que reciba significaría una cobardía, y en mi aldea nadie es cobarde. Lleva bien firme su arco y sus flechas que ya están bien preparadas, con sustancias venenosas. Cuando vuelve, trae la piel del puma como un trofeo y también trae su carne para nuestro alimento y nos la comemos casi cruda.
Como somos un pueblo cazador no nos fijamos mucho en que nuestra casa esté o no ordenada y limpia, preferimos correr tras los animales.
Parece que la próxima cacería será muy importante. Iremos más lejos que de costumbre; los jefes ya lo están planeando todo. Se lo contaré con detalles después.
Hasta la próxima,
Cholima
Niño Moceten
Carta de un niño Chiquitano
Roboré, Santa Cruz, 12 de marzo de 2000
Estimados Amigos:
Estoy seguro de que ustedes han oído hablar de mi pueblo. Todos hablan de las célebres reducciones que los Padres Jesuitas hicieron en Moxos y Chiquitos. Estas regiones son las que nosotros habitamos. Muchos de nuestros antepasados allí recibieron instrucción. Los Padres Jesuitas querían preparar a nuestros antepasados para recibir mejor la venida de nuevas culturas. Pero hasta ahora muchos no hemos cambiado casi nada.
Nuestra principal ocupación es la agricultura y la cría de ganado. Cosechamos principalmente: Maíz, caña de azúcar, yuca, camote, plátano, etc.
En el vestido no nos diferenciamos mucho del modo de vestir de las ciudades, pues usamos camisas y pantalones de algodón y nuestras mujeres visten el “Tipoy” que es una túnica suelta (como un camisón no muy ancho) y sin mangas.
Nuestras casas son grandes. Tienen un armazón de palos, las paredes cubiertas de barro y el techo de hojas de motacú.
Lo que nos ha dado más fama en la región son las curaciones. Poseemos hierbas que curan muchas enfermedades, a veces enfermedades que en las ciudades no las pueden curar. Por eso los brujos o curanderos de mi pueblo gozan de gran autoridad, similar a la de los jefes.
Somos gente pacífica, y no necesitamos de mano dura para que nos gobiernen. Eso sí, nos gusta estar libres y por eso no nos agrupamos en grandes pueblos. Viajamos con frecuencia en busca de mejores tierras para las cosechas.
Si necesitan alguna hierba para curar cualquier enfermedad, me la pueden pedir, que yo gustoso se la enviaré.
Espero su respuesta, Adiós.
Onarri
Niño Chiquitano