Cuatro regiones
Una vez que cayó el último gran imperio indígena de América en el Perú, en manos de los conquistadores españoles, el Rey decidió dividir el enorme territorio del Nuevo Mundo en cuatro regiones haciendo de América una réplica de España; tales regiones, de Norte a Sur, fueron bautizadas con los nombres de Nueva Castilla, Nueva Toledo, Nueva Andalucía, y Nueva León. El territorio de lo que es hoy Bolivia, formaba parte de la Nueva Toledo. (1534)
Posteriormente, a medida que se complicaban las funciones de gobierno para atender a territorios tan vastos, la Corona estableció virreinatos, capitanías generales, presidencias y gobernaciones.
Los virreinatos se constituyeron en México, Perú, Colombia, y el Río de La Plata, o sea Buenos Aires.
Las capitanías generales fueron localizadas en Cuba, Venezuela, Chile y Guatemala. Quito era una presidencia dependiente del virreinato de Nueva Granada (Santa Fe de Bogotá).
El Alto Perú
El Virreinato del Perú, asentado sobre los territorios del antiguo imperio incaico incluía naturalmente a Bolivia en su jurisdicción, con el nombre de Charcas. (1542) Dos siglos después, cuando se fundó el virreinato del Río de La Plata, el llamado “Alto Perú” pasó a la jurisdicción de Buenos Aires. (1776)
Prácticamente hasta la independencia, nuestro territorio estaba dividido en cuatro provincias: la de Chuquisaca, la de La Paz, que abarcaba territorios hoy día peruanos, como Puno; Potosí, que incluía a Oruro, Tarija y todo el litoral marítimo y Santa Cruz, dentro de la que se comprendía al Beni, Pando y Cochabamba.
Existía una Gobernación para los territorios de Mojos y Chiquitos.
Adelantados y Virreyes
Al principio de la conquista, la Corona nombró “Adelantados” que se ocupaban, como indica su nombre, de avanzar sobre nuevas tierras, llevando el pendón de España y la Cruz de la Iglesia Católica. Luego, una vez concluida esta etapa, el Rey nombró a sus representantes o sea “Virreyes” para que gobernaran en su nombre, así como a los capitanes generales y gobernadores intendentes. La importancia de una región se hallaba en relación directa con la autoridad que poseía y por eso, siendo Venezuela y Chile, regiones pobres, sólo tenían capitanes generales para su administración.
Las Reales Audiencias, tenían una función política-administrativa, judicial y estaban formadas por un Presidente y varios “Oidores” que administraban justicia. La más célebre fue la de Charcas, creada bajo el gobierno del virrey Andrés Hurtado de Mendoza (1559). En base a los territorios de las provincias que acudían a este tribunal, se fundó Bolivia. En cuanto a la administración de justicia, se la puede comparar a la Corte Suprema de Justicia que ahora tiene el país.
Los Cabildos
Los cabildos se ocupaban del gobierno comunal, es decir, la urbanización y el progreso de las ciudades. Estaban a cargo de Alcaldes y Regidores y sus resoluciones se hacían conocer mediante bandos. También se dio el nombre de cabildos, a los edificios que albergaban a estas autoridades. En el régimen republicano se llama a esta institución Municipio o Alcaldía. Allí se reunían los vecinos notables a discutir asuntos de interés para la ciudad y fueron lo más parecido a una representación democrática, que pudo tenerse en la Colonia.
(Lectura)
La vida de hogar en tiempo de la colonia.
Las casas donde habitaba la aristocracia española, en tiempo de la Colonia, eran mansiones suntuosas en su mayor parte, palacios de cal y piedra con fachadas artísticamente talladas, donde se ostentaban los escudos nobiliarios, muchos de los cuales se conservan hasta hoy en Chuquisaca, Potosí, La Paz, y otras ciudades.
Los salones o “cuadras”, como entonces se les llamaba, lucían muebles de lujo, valiosos cuadros con marcos dorados en las paredes, espejos de cuerpo entero y alfombrados de tripe. En las fiestas y convites, lucían vajilla de plata y aún de oro.
Las casas de la gente que no pertenecía a la aristocracia, ni a la riqueza, eran, en cambio, modestas y sencillas. Los salones estaban escuetos; el suelo cubierto de tiras de alfombras burdas; las sillas y bancos forrados de cuero; cerca de las ventanas, vellones de carnero y almohadas de lana forrados con lienzos de diversos colores, para sentarse y abrigar los pies. Las paredes blanqueadas de yeso y muy pocas empapeladas; en algunos salones se veían cuadros con imágenes de santos. Las ventanas cubiertas con gruesas cortinas, además de la indispensable y segura portezuela. Las habitaciones estaban alumbradas por velas de sebo, que se encendían con tizona o pajuela.
En general, la vida de la colonia en Potosí y Chuquisaca era fastuosa y llena de distracciones y saraos. No así en las demás ciudades, donde la vida, en la intimidad del hogar, era monótona para el hombre y mucho más para la mujer.
Las damas oían Misa todos los días, y muy raras veces salían a la calle. El almuerzo se servía siempre a las diez de la mañana y la comida a las cuatro de la tarde. Durante estas horas, la puerta de calle se cerraba cuidadosamente, costumbre que se observa hoy en Chuquisaca y también en Potosí.
A las ocho de la noche se rezaba el “Rosario” con toda la servidumbre de la casa; luego se hacía o se recibía una visita y a las diez era la hora de la cena; luego el sereno de la esquina, con voz cantante, anunciaba que había llegado la hora del reposo.
Todo era una vida honesta y patriarcal, piadosa, sencilla, sin exigencias, sin compromisos, pero en cambio, la afición al chisme de comadres y también de compadres, era el rasgo característico de la familia.
(Luis S. Crespo)
Vida de hogar en tiempos de la colonia.
Curiosidades de la historia
Cuenta Gabriel Rene Moreno, que era tal la importancia que se daban los Oidores de la Real Audiencia de Charcas, que no cedían a nadie la vereda, y, cuando alguno de ellos caminaba por la ciudad, era seguido a respetuosa distancia por los viandantes, juntando así una comitiva que lo escoltaba hasta la puerta de su casa. A tal extremo llegó esta sumisión a los Oidores que una señora dejó en su testamento una gran suma para que compraran una toga de Oidor al Santísimo Sacramento, a fin de que, cuando éste saliera a visitar a los enfermos, la gente también lo acompañara. Y no sólo esto: si el Santísimo Sacramento se cruzaba con un Oidor de carne y hueso en la calle, la comitiva debía inclinarse ante el primero, por cuestión de rango, pues resultaba “más antiguo”.
Calles de una ciudad colonial.