Autoridades

Caciques y presidentes

No hay uniformidad en el sistema de autoridades que rige entre las comunidades chiquitanas de Santa Cruz.  Esto tiene una explicación histórica y se remonta a la época precolonial, según el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social.  Antes de la llegada de los españoles, estos originarios vivían agrupados en parcialidades que tenían una lengua y una forma de vida comunes.  El jefe de grupo era elegido por su fuerza y valentía demostradas en los conflictos bélicos, igual por ser un buen cazador y por sus habilidades de curandero.  Este Cacique gozaba de privilegios: podía tener varias mujeres, y consultaba constantemente a los ancianos para tomar decisiones.

En el siglo XVII, con el arribo de los jesuitas a su territorio y la consiguiente reducción misionera, estas autoridades indígenas fueron separadas de la línea de mando y hasta perseguidas por los religiosos, por lo cual tuvieron que ocultarse en los montes.  Así se implementó otro tipo de organización socioeconómica que giró en torno al Cabildo, que estaba bajo la batuta del Corregidor nombrado directamente por el Gobernador, tras la propuesta aprobada por los enviados católicos.  Su trabajo era apoyar en las tareas productivas, en la resolución de conflictos, en la asistencia a los enfermos, en controlar los valores morales y organizar las fiestas religiosas.

Con la República, los chiquitanos fueron ignorados por el Estado y obligados a la servidumbre.  Los cabildos resultaron debilitados orgánicamente y sus funciones se limitaron al ámbito espiritual.  Según la historia de la zona de Lomerío, de 1900 a 1952, el líder mayor siguió siendo el Corregidor, cargo ejercido por los patrones y sus hijos; entre 1953 y 1970, el Corregimiento pasó a manos de los originarios y así nacieron los alcaldes, los caciques y secretarios comunales; entre 1971 y 1981, se instauraron los presidentes de los sindicatos agrarios, y entre 1982 y 1995, se dio el nacimiento de las primeras centrales intercomunales campesinas.

Éstas fueron el germen para la conformación de la Organización Indígena Chiquitana (Oich), que realizó su primer congreso en el villorio de San José de Chiquitos en 1995, y hoy es parte fundamental de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz, y junto con otras afines integra la Confederación Indígena del Oriente Boliviano, organización matriz de primer nivel. Actualmente, las Asambleas Comunales son las máximas instancias de decisión y están dirigidas en muchas aldeas por los caciques de los cabildos, y en otras por corregidores y presidentes de las organizaciones territoriales de base (OTB), y hasta por Consejos de Ancianos.

El primer cacique general de la Oich, Rodolfo López, sostiene que su entidad aglutina a 12 centrales y a más de 450 comunidades de cinco provincias cruceñas.  “Hay que aceptar que hay mucha confusión con respecto al sistema de líderes que tenemos. Poseemos caciques, presidentes o secretarios.  Y hemos decidido que queremos reivindicar el cargo máximo de nuestros antepasados expresado en el cacicazgo.  En 2006 redactamos un estatuto para revalidar en las poblaciones de nuestro seno a las autoridades tradicionales, porque vemos con gran preocupación que todavía haya una palabra colonial como Corregidor entre nosotros”.

En Lomerío, el Presidente de la OTB es la máxima autoridad y se encarga de velar por la tranquilidad y el adelanto de la comunidad; organizar el trabajo comunal y resolver los conflictos entre los habitantes de su circunscripción municipal.  Le siguen el Vicepresidente, quien asume las mismas funciones de su antecesor en caso de ausencia; el Secretario de Actas, que anota las resoluciones de Asamblea y registra a las familias que participan en las labores comunitarias; el Tesorero, que recauda los aportes de los chiquitanos en especie o dinero, y el Primer y el Segundo Cacique, que son los encargados de las convocatorias a reuniones.

El esquema cambia en Palmarito, cerca de Concepción.  Allí está al mando el Cabildo, a la cabeza del Cacique General.  Los demás cargos son el Cacique Cabildo, que reemplaza al anterior en caso de ausencia y se encarga de la limpieza de la sala de reuniones; el Cacique Juez, que sanciona los delitos penales; el Primer Cacique; el Primer Intendente, que recauda fondos para las festividades; el Segundo Intendente; el Primer Comisario, que convoca a reuniones y cita a los infractores; el Segundo Comisario; el Primer Síndigo, quien lleva el estandarte; el Segundo Síndigo; y el Primer y el Segundo Fiscal, que ejecutan los castigos.

Para ser autoridad están los siguientes requisitos: ser chiquitano y vivir más de dos años en la comunidad donde se postula, hablar lengua bésiro, ser ejemplo de trabajo y responsabilidad, tener buen comportamiento, “no ser vicioso ni mal borracho”, contar con buenos antecedentes, no tener problemas con la justicia, mantener buenas relaciones en el pueblo, conocer la cultura chiquitano.  Su mandato es por un año, con derecho a reelección, y es revocado si no asiste a reuniones o talleres, no controla el cumplimiento de sanciones, tiene mal comportamiento y no trabaja o no responde a las necesidades de su villorio.

Los presidentes de las OTB son elegidos a través de la Directiva comunal, que convoca a una Asamblea General cada fin de año, en la que los chiquitanos escogen a sus nuevos líderes por consenso y mediante la votación de ternas.  En cambio, los integrantes de los cabildos son electos en una reunión en La Casa de Bastón, realizada cada año sobre la base de tres postulantes y mediante el sufragio secreto; la posesión es celebrada el 6 de enero, fiesta de Reyes (siguiendo las directrices de sus raíces católicas), en la que el Cacique General elige a dedo (dedocracia) a sus acompañantes.  En ambos casos no está permitida la candidatura de mujeres.