Familias

Ritmos de unidad comunal

Los chiquitanos de Lomerío, en la provincia Ñuflo de Chávez, recuerdan que sus antepasados se daban modos para comunicarse: utilizaban gritos o empleaban los recursos naturales, aves y animales silvestres que habitaban su entorno para ello.  Hoy, por ejemplo, cuando una persona se halla perdida en el bosque, se trata de ubicarla con el uso de instrumentos musicales como el churuno, la corneta, el pututu o el bombo, los que también sirven para la convocatoria a reuniones.  Un comunario de la localidad de Guayaba explica que, a veces, se suelta al gallo para que, a través de la lejanía o cercanía del canto del ave, el extraviado pueda ubicar su morada.

El antropólogo Wigberto Rivero Pinto sostiene que la organización social de los chiquitanos se basa en la “familia nuclear monogámica con residencia matrilocal, en la que pueden reunirse ocasional o permanentemente varias parentelas constituidas por las hijas casadas.  El jefe es el hombre más viejo del clan y le siguen sus hijos por orden de edad.  El o los yernos aceptan esa autoridad, pero a su vez reciben un trato cordial; aunque sólo definen cuestiones al interior de su familia nuclear”.  Las parejas engendran un promedio de cinco retoños; los progenitores confían en que éstos serán los que los atenderán en casa cuando sean ancianos.

Aún existen los matrimonios acordados. A la par, se han dejado de lado las uniones para preservar la sangre, lo cual ha permitido el casamiento de chiquitanos con integrantes de otras culturas y naciones originarias.  En la antigüedad, para tener a una esposa, el indígena se sometía a diferentes pruebas como chaquear el monte, comer comida con bastante ají; y la mujer debía demostrar sus dotes en el hilado, la costura, la cocina y la elaboración de la chicha. Y hay las creencias de que cuando una persona parte el tallo del árbol del bibosi, su primogénito será del sexo femenino; o que, en luna nueva, las embarazadas no deben salir de sus hogares.

Cada miembro de la parentela tiene definidas sus tareas.  Los hombres se dedican a la agricultura, la ganadería, la labor forestal, las artesanías y en algunos casos a la recolección de frutos silvestres; la caza y la pesca también son parte de sus atribuciones exclusivas, actividades que las realizan con el apoyo de los hijos varones.  La mujer está destinada al cuidado del hogar y colabora a su esposo en los trabajos anteriormente descritos, junto con las hijas mujeres, más la elaboración de artesanías como tejidos de algodón y alfarería.  Eso sí, se intenta que los menores no dejen los estudios a causa de sus obligaciones caseras.

Los platos típicos entre los integrantes de esta etnia son escasos, pero salen a relucir el locro de gallina, una sopa acompañada por vegetales, y los pescados chapapeados, o sea, asados sobre una parrilla elaborada con palos de madera.  Los animales del monte, los peces de los arroyos y la producción de sus chacos son los que abastecen de alimentos a la mesa de los chiquitanos.  La bebida indispensable para sus acontecimientos es la chicha de maíz o yuca, la cual es fabricada por las féminas luego de mezclar estos insumos con harina y guardar la preparación en cántaros de arcilla por varios días, para que esté fermentada.

Las fiestas cívicas y patronales marcan a su sociedad, a la par del Carnaval, la Semana Santa, la Navidad, el Año Nuevo y el Corpus Christi.  Las danzas que se despliegan en esas fechas son por ejemplo: la de los abuelos, que se realiza cada 1 de mayo; el sarao, en la que los bailarines sujetan un palo que representa la raíz de la sociedad, cintas que demuestran 61 respeto y la armonía con la naturaleza, y un tejido que implica la integración en la comunidad; el baile de los lancetos, que muestra la destreza en el manejo de las armas para defender al pueblo del enemigo; el carnavalito, el baile del bejuco, la chovena, el taquirari...

Hay medidas de peso, longitud o distancia que los chiquitanos aplican desde tiempos memoriales.  Por ejemplo, una hora de caminata es el equivalente a cinco kilómetros.  Una vara de madera extendida de la punta de los pies al ombligo de una persona sirve para calcular aproximadamente un metro.  El palo de bejuco, medido desde la punta de la mano a la nariz, igual es aceptado como un metro.  Dos piedras medianas colocadas en un recipiente de cualquier material son una libra.  Y hay incluso más: una decena de espigas de maíz chiriguano equivalen al peso de un kilogramo, igual que 12 espigas de maíz colorado; y 60 espigas de maíz (colorado, chiriguano o blanco) son una arroba.