Después del triunfo en Junín y Ayacucho, el Mariscal Sucre, recibió de Bolívar la orden de ingresar- al Alto Perú, donde el Gral. Pedro Olañeta aún permanecía con su ejército realista. En la población de Puno, Sucre conversó con el Dr. Casimiro Olañeta quien le hizo conocer el criterio de las provincias que formaban el Alto Perú, de erigirse en república independiente.
Sucre trató de persuadir al General Olañeta (tío de Dn. Casimiro) de que rindiera sus armas ofreciéndole garantías para que él y los hombres que quisieran acompañarlo se fueran a España o se quedaran a trabajar libremente y le envió cartas, pero Olañeta prefirió continuarla guerra y uno de sus oficiales que comprendió que su causa estaba perdida, se rebeló contra él y le dio muerte.
El Decreto de Sucre
Al llegar a La Paz, el Mariscal Sucre expidió un Decreto fundamental por el que disponía que las cinco provincias altoperuanas eligieran sus diputados para reunir una Asamblea deliberante donde se decidiría finalmente la suerte y el porvenir del Alto Perú.
Por otra parte, el gobierno argentino, envió al Gral. Arenales con la misión de informar que ese país dejaba en completa libertad a las provincias altoperuanas para que escogieran su forma de gobierno y obraran de acuerdo a sus intereses.
9 febrero 1825
La Asamblea Republicana
Para entonces, muy pocos jefes guerrilleros quedaban del grupo de más de cien, que habían combatido en las “republiquetas” contra el poder español durante quince años. Los diputados de las cinco provincias eran en su mayoría abogados, hacendados y religiosos y figuraba apenas uno de los jefes guerrilleros: José Miguel Lanza. La Asamblea se reunió en Chuquisaca bajo la presidencia del Dr. José Mariano Serrano y la primera cuestión que se debatió fue naturalmente la de la autonomía. Algunos diputados no se hallaban de acuerdo con la creación de una nueva República argumentando la falta de recursos, la escasa población, la incultura de la gente y la ausencia de una marina, pero el Dr. Olañeta rebatió estos puntos de vista señalando las graves diferencias que el Alto Perú había tenido con la Argentina y el Perú y la denodada lucha de sus hijos por la independencia.
José Mariano Serrano
Cerrado el debate, la Asamblea votó por el criterio de constituir un nuevo país y el 6 de agosto los diputados aprobaron el Acta de Independencia, donde se dice entre otras cosas: “Declaran solemnemente no asociarse a ninguna de las Repúblicas vecinas, erigiéndose en Estado libre e independiente, con leyes y autoridades nombradas por los mismos altoperuanos”.
La Idea de Bolívar
El pensamiento de Bolívar era más bien formar un sólo país en la América española a semejanza de lo que habían logrado los norteamericanos, y de no ser esto posible unir en grandes unidades políticas, los retazos del imperio español. Conociendo esta idea del Libertador, los diputados enviaron una comisión a La Paz, para que explicara a Bolívar las razones que había tenido la Asamblea. Le manifestarían también que habían decidido llamar “Bolívar” al nuevo Estado y nombrarlo a él Padre y Protector de la Patria, así como su Primer Presidente. Bolívar aceptó estas razones y honores y como gesto dé gratitud acordó escribir una Constitución para el nuevo país, documento que posteriormente envió desde el Perú.
Forma de Gobierno
Se acordó que el gobierno sería unitario y representativo y se nombró a la ciudad de La Plata como la Capital, llevando el nombre de Sucre, en honor al Mariscal de Ayacucho. Eligiéronse igualmente los símbolos patrios, la Bandera y el Escudo. La primera fue cambiada el año siguiente y nuevamente modificada quedó en la forma que tiene ahora durante el gobierno de Belzu. Por algún tiempo, la moneda conservó el mismo peso, ley y tamaño que la que se empleaba en la colonia, aunque, naturalmente, se modificó el dibujo imponiéndose el rostro del Libertador, con una corona de laurel en la cabeza.
Bolívar había sido recibido apoteósicamente en todas las poblaciones del Alto Perú. Visitó La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca. En Potosí, acompañado de sus generales colombianos y de notables altoperuanos, quiso subir a la cumbre del cerro rico y allí exclamó emocionado: “De pie sobre esta mole de plata y cuyas venas riquísimas fueron el erario de España, yo estimo en nada esta opulencia, cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la libertad desde las ardientes playas del Orinoco, para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña cuyo seno es la envidia del universo”.
Primeros símbolos patrios de Bolivia
Lecturas
Sobre la creación de Bolivia
El Perú y la Argentina habían perdido sus derechos sobre nosotros. Y además del derecho, la amistad. Porque al desarrollarse las revoluciones; las revoluciones concéntricas de la América del Sud, según la expresión de Bartolomé Mitre, el Perú nos dio la espalda ligando su suerte a la revolución del Norte, y a la Argentina, después de deshojar todos sus laureles más allá de Humahuaca, con los ejércitos auxiliares, nos abandonó a nuestras fuerzas trasmontando los Andes hacia el mar.
Y solos, enclavados en las altas serranías, los altoperuanos tuvimos que enfrentarnos al destino, para conquistar nuestra libertad por nosotros mismos y para sellar nuestra soberanía por nuestra propia voluntad.
Desde la revolución de Chuquisaca hasta la batalla de Tumusla – el primer grito de libertad y la última batalla de la independencia en el continente – están quince años de heroísmo inagotable que nos hicieron libres e independientes.
Ya era tarde entonces para unificar esos pueblos, pues como decía Serrano, el Presidente de nuestra primera Asamblea, en carta íntima al General Arenales, “hubiese resultado un injerto de molle en algarrobo”.
Oscar Unzaga de la Vega (boliviano)
Había concluido la epopeya en Tumusla. Con el eco de las dianas de Junín y Ayacucho llegaron Bolívar y Sucre a este legendario Alto Perú en que se cuajaba fría la sangre de los guerrilleros caídos en los últimos combates y en los últimos cadalsos. Colombianos y peruanos venían a son de triunfo, no en son de guerra. Nuestras ciudades, a tiempo de llegar los héroes, hallábanse casi vacías de grandes varones. En ellas pululaban más bien, jubilosos y parlanchines, doctores, hacendados, mercaderes, mineros y burócratas del viejo régimen, todos dueños de fortuna y privilegios durante la Colonia. Ninguno de ellos había alzado un fusil, una pica o una tranca frente a los europeos usurpadores. Ahora recibían con discursos rendidos y loas aclamatorias a los “vencedores de los vencedores de Napoleón”. Para aquellos personajes ajenos a la gran tragedia se oreaba con brisas libertarias la entumecida atmósfera del Coloniaje. Los otros habían dado la vida por la independencia de estos. Murillo, Arze, Padilla, Umaña, Camargo, el Curito, Gandarillas, aquel terrible Warnes de los ojos azules y la barba rubia, Zarate, los hermanos Nogales, Chinchilla, Mercado, Cárdenas, dormían ya bajo la tierra por cuya posesión pelearon.
Carlos Montenegro (boliviano) “Nacionalismo y Coloniaje”
Haré una confesión ingenua que servirá de ejemplo a mis sucesores: siguiendo los principios de un hombre recto, he observado que en política no hay amistad ni odio, ni otros deberes que llenar sino la dicha del pueblo que se gobierna, la conservación de sus leyes, su independencia y su libertad… Aún pediré otro premio a la Nación entera y a sus administradores: el de no destruir la obra de mi creación: de conservar por entre todos los peligros la independencia de Bolivia... No he hecho gemir a ningún boliviano; ninguna viuda, ningún huérfano solloza por mi causa; he levantado del suplicio, porción de infelices condenados por la ley y he señalado mi gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad... En el retiro de mi vida veré mis cicatrices y nunca me arrepentiré de llevarlas cuando me recuerden que para formar a Bolivia preferí el imperio de las leyes a ser el tirano o el verdugo que llevará siempre una espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos.
El Mariscal Sucre en su mensaje de despedida al salir de Bolivia.
Curiosidades de la historia
La primera Asamblea de la República fijó una recompensa de un millón de pesos para los vencedores de Junín y Ayacucho (que no fue pagada nunca) y resolvió que la bandera tuviera el color verde en los extremos y el rojo en el medio, con cinco óvalos verdes de olivo y laurel y una estrella en cada uno, representando a Santa Cruz, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca y Potosí y el escudo fuera dividido en cuatro cuarteles en los que figuraban, respectivamente, cinco estrellas, el cerro de Potosí, una alpaca y un árbol de pan y sobre el escudo, un gorro frigio, (símbolo de la república después de la revolución francesa).
La primera Asamblea de las provincias altoperuanas debía reunirse en la ciudad de Oruro, en abril de 1825 pero temiendo el frío, invernal de la ciudad, muchos representantes, por su avanzada edad, pidieron que se reuniera en Chuquisaca.