Arquitectura virreinal

Los españoles trajeron una cultura arquitectónica mixta.  Los valores medievales (Gótico) compartieron el espacio con el legado musulmán y las nuevas corrientes del Renacimiento y el Manierismo italianos.

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La ocupación española de lo que hoy constituye la República de Bolivia que se inicia con la fundación de Paria en 1535.  Los peninsulares trajeron consigo una cultura arquitectónica mixta, en donde los valores medievales (Gótico) compartían el espacio con el legado musulmán (Mudéjar y Mozárabe) y adoptaban las nuevas corrientes del Renacimiento y el Manierismo italianos.  Así, los primeros templos cristianos levantados en la zona minera de la Audiencia de Charcas (creada en 1559) presentaban una rara mezcla de planta renacentista, artesonado mudéjar, bóvedas ojivales góticas y decoración manierista.

Urbanismo fundacional

El primer síntoma de diferenciación con lo español y también con lo indígena, lo expresa el urbanismo fundacional, caracterizado por un trazado regular en cuadricula, con plaza central abierta y jerarquizada por la iglesia matriz y el cabildo, en un modelo totalmente ajeno a lo preexistente en España y América.  Lo nativo se manifestará rápidamente en los denominados “barrios de indios” que se construyen alrededor de las parroquias de los alrededores del poblado hipánicol, los que presentan un trazado irregular.  Los primeros edificios públicos y religiosos, así como las viviendas, responden al modelo peninsular de patios internos.  Las galerías o corredores exteriores limitados en la zona andina a las calles de la plaza de armas, definen en las zonas cálidas la totalidad de la imagen urbana.  Las habitaciones se organizan alrededor de uno o más patios porticados, con aljibe o noria en el centro.  En los patios interiores se ubica el cobertizo y los cuartos de la servidumbre.  En poco tiempo, surgen innovaciones propias de las condiciones locales.

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Barroco mestizo

Las mayores adaptaciones surgirán del barroco, que con toda su carga simbólica se inserta rápidamenteen la sociedad virreinal.  Así, durante todo el siglo XVII y las dos primeras partes del XVIII, la consolidación económica de la Audiencia de Charcas coincide con un proceso de síntesis cultural que permite el desarrollo de un Barroco Mestizo, que afecta al urbanismo, el arte y la arquitectura tanto como a la sociedad entera.  Las iglesias de atrio y posas, con sus muros almenados y capillas miserere, son la primera manifestación arquitectónica verdaderamente propia de una espacialidad distinta de la europea.  De igual manera, el urbanismo misional jesuítico, en Moxos y en Chiquitos, se definió de una manera completamente distinta a la cuadrícula fundacional, basándose en dos grandes ejes y en una organización espacial orientada a la exaltación del culto religioso.  La sociedad barroca genera una arquitectura mestiza, que se nutre de la imaginación de los artesanos indígenas, quienes intervienen en el efecto escenográfico de los espacios a través de los retablos y las portadas, de los pulpitos, esculturas y cuadros religiosos.  En la zona andina, son expresiones notables de ese sincretismo que domina el espacio urbano con su monumentalidad volumétrica y su riqueza simbólica excepcional, los templos de San Lorenzo en Potosí.  San Francisco de La Paz, y una serie de viviendas, hospicios, conventos, y otras edificaciones públicas, todos construidos con una maestría notable en el manejo artístico y tecnológico de la piedra, habilidad que deriva de las tradiciones precolombinas.  En la zona oriental se destaca la iglesia matriz de Santa Cruz de la Sierra y los conjuntos religiosos de las misiones jesuíticas de Moxos y de Chiquitos.  Gracias a la riqueza maderera de esas regiones y a la capacidad y habilidades artísticas de sacerdotes e indígenas, la arquitectura misional alcanza un nivel de excepcional calidad.  Mientras las portadas se resuelven con frescos, los interiores, dominados por el brillo dorado de los retablos madereros, envuelven el espacio del interior de los templos, generando una espacialidad alegre y dinámica, propia del barroco festivo.

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Neoclásico virreinal

Los cambios administrativos de la reforma borbónica coinciden con el surgimiento de una nueva estética arquitectónica, cuya fuerza simbólica habría de marcar el último cuarto de siglo colonial y prácticamente todo el primer siglo republicano: el Neoclasicismo.  Los primeros ejemplos nacionales fueron Santa Teresa en Cochabamba y San Felipe Neri en Charcas, ambas concluidas antes de la Guerra de la Independencia, que obligó a un receso en la construcción de la última gran obra colonial: la Catedral de Potosí inaugurada recién en 1832.  En la zona oriental, puede reconocerse como obra de espíritu neoclásico el Colegio Seminario, desprovisto de elementos decorativos.


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