El desastre generalizado que sufrió el país como consecuencia de la hiperinflación entre 1982 y 1985, creó la necesidad de aplicar una política de shock para reactivar la economía en base a nuevos paradigmas.
A comienzos de la década de 1950, y aun antes de que se produjera la revolución nacional, ya imperaba en Bolivia un modelo económico intervencionista y estatista. Este se manifestaba en controles de precios y salarios y en severas restricciones al comercio exterior. En lo referente a las exportaciones, se exigía una licencia previa para asegurar que ellas se realizaran luego de haber satisfecho la demanda del mercado interno. En cuanto a las importaciones, se las sometía a un régimen de altos aranceles bajo el supuesto que de esa manera se protegía la producción nacional y se estimulaba el crecimiento industrial. Precios y salarios permanecían congelados con el propósito, nunca logrado, de evitar la inflación. La única época en que estas políticas tenían un éxito relativo era cuando los precios de las materias primas que Bolivia exportaba, se mantenían altos, pero en sus cíclicas bajas ellas producían efectos contraproducentes o “perversos”. Esta situación pudo constatarse en forma dramática durante el gobierno de la UDP cuando la inoperancia de ese modelo llegó a su punto más crítico. Detrás de él sólo quedó pobreza, corrupción, desabastecimiento y mercado negro. La respuesta fue la economía de mercado o neoliberalismo.
La situación económica heredada
La hiperinflación afectaba a toda la población del país, pero golpeaba con especial intensidad a los sectores vulnerables y empobrecidos de la sociedad. Las reservas monetarias internacionales estaban virtualmente en cero a tiempo que se congelaron los créditos externos y ningún organismo bilateral o multilateral mantenía un diálogo serio con el gobierno. Las recaudaciones tributarias no llegaban ni al 2% del PIB y las empresas públicas estaban fuera del control del Estado minadas por dictaduras sindicales que actuaban irracionalmente y a capricho. El desorden social y el abuso de éstos llegó al extremo de ocupar las oficinas de los directivos del Banco Central cerrándolas y eliminando así toda posibilidad de una conducción medianamente aceptable de los asuntos económicos.
El Decreto 21060
Esta célebre decisión de política económica suprimió el control de precios de los alimentos, mejorando así el valor real del salario y poniendo fin al desabastecimiento. A los pocos días de dictado el decreto, los mercados se abarrotaron de productos alimenticios procedentes del país y del exterior. Se eliminaron los subsidios a las empresas tanto públicas como privadas, así como las restricciones al comercio y se prohibieron los avales indiscriminados que otorgaba el Banco del Estado. Las tasas de cambio diferenciales dieron paso a un tipo de cambio único y flexible a través de subastas diarias en el Banco Central. Desaparecieron los intereses preferenciales a los créditos llamados “de fomento” que, sin embargo, ocasionaban distorsiones y, junto al control de cambios, era una fuente segura de corrupción. Se inició el desmonte del Estado populista distribuidor de pobreza para dar paso al desarrollo capitalista, objetivo estratégico de la revolución nacional. Después de figurar en listas negras de organismos internacionales, se reanudó la cooperación, se reestructuró el servicio de la deuda externa, se repatriaron capitales y se atrajo inversión extranjera.
“Bolivia se nos muere”
Cuando Víctor Paz Estenssoro asumió por cuarta vez la presidencia de la república, la cotización del dólar había pasado la barrera de un millón de pesos bolivianos y ante la impracticabilidad de imprimir más papel moneda, se emitieron unos papeles llamados “Cheques de Gerencia” firmados por los ejecutivos del Banco Central, pero en cuya solidez nadie confiaba. El desabastecimiento alimenticio había llegado a extremos intolerables y la pobreza se generalizaba en todos los estratos sociales. Fue entonces cuando, a las pocas semanas de estar ejerciendo el mando, el presidente hizo un análisis descarnado de la situación general del país para anunciaren las pantallas de la televisión, con voz grave y mirada sombría, “Bolivia se nos muere”. Eso pareció bastar para que la población aceptara resignada las drásticas medidas que luego vinieron.
Mientras qué pasaba en el mundo
1983. Colombia, Venezuela, México y Panamá forman el Grupo de Contadora con el objetivo de acabar con los conflictos políticos en Centroamérica.
Uruguay en Democracia
1984. Las fuerzas armadas de Uruguay pueden vetar candidatos. Termina la dictadura militar con las elecciones presidenciales. Gana Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado.
Brasil en Democracia
1985. Terminan 21 años de gobiernos militares en Brasil. Tancredo Neves es elegido presidente de Brasil, pero fallece antes de asumir el mando. El vicepresidente José Sarney es el nuevo presidente de Brasil.