1. Rasgos biográficos del Dr. Alonso.
Alonso Severo Fernández nació en la ciudad de Sucre el año 1849. En la misma ciudad hizo sus estudios hasta terminar la carrera de Derecho. Desempeñó el profesorado tanto en secundaria como en la Universidad; también ejerció de abogado con mucho crédito; igualmente intervino en las actividades periodísticas. En distintas ocasiones fue elegido munícipe de Potosí en la que se había establecido y formado su hogar.
En 1880 fue designado convencional por la Provincia de Lípez. Fue Ministro de Estado en el gobierno de Arce y primer vicepresidente de la República durante el período de Baptista.
Al finalizar el período presidencial de éste fue elegido primer mandatario para el período de 1896 a 1900, pero sólo pudo gobernar los dos primeros años, pues fue derrocado por la revolución federal que estalló el año 1898.
Se vio en la necesidad de expatriarse a Chile de donde pasó a la Argentina. El año 1910 fue nombrado Ministro de Bolivia ante el gobierno del Plata.
En 1914 elegido Vocal y luego Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Finalmente habiendo sido elegido Senador llegó a presidir el Congreso en su calidad de Presidente de la Cámara de Senadores.
Así fue como el Dr. Alonso llegó al caso extraordinario en Bolivia de haber alcanzado a presidir los tres altos poderes del Estado: El Poder Ejecutivo como Presidente de la República, el Poder Judicial como Presidente de la Corte Suprema y el Poder Legislativo como Presidente del H. Congreso Nacional, hecho que le acredita una categoría de eminente servidor del país.
2. Administración Ley de Radicatoria.
Durante la administración del Dr. Alonso se emprendieron las siguientes obras: la esforzada exploración que el año 1897 realizó el Coronel J. M. Pando hacia el Noroeste de la República al frente de un grupo expedicionario que tuvo por resultado, confirmar la existencia de vastas riquezas gumíferas y mostrar al gobierno la necesidad urgente de hacer algo por incorporar prácticamente esas regiones ignoradas y abandonadas limítrofes a la soberanía nacional.
Como consecuencia de esta expedición el gobierno de Alonso dispuso que el Dr. José Paravicini que a la sazón era Ministro Plenipotenciario en el Brasil, se trasladara a la región del río Acre en calidad de Delegado Nacional para tomar las medidas necesarias a fin de organizar la administración y control fiscal sobre la explotación de la goma en la cuenca del río Acre. El día 3 de enero de 1899, el Delegado Nacional acompañado de un cuerpo de funcionarios fiscales fundó en las márgenes del Acre una población que debía ser la sede de la delegación y el centro administrativo y aduanero de ese territorio. Esta población se llamó Puerto Alonso, nombre que se cambió más tarde por el Puerto Acre. Puesta en función la aduana, aunque en condiciones todavía deficientes comenzó a recaudar los impuestos sobre la goma boliviana, que se exportaba hasta entonces al Brasil sin rendir ningún beneficio fiscal a Bolivia. Durante los dos primeros meses de su funcionamiento (desde el 3 de enero al 27 de febrero) dicha aduana percibió más de un millón de bolivianos por concepto de impuesto, lo que demostró las enormes cantidades que el Estado había desdeñado por falta de una política y administración previsora.
Entre algunas obras públicas con las que el gobierno dejó sentir su acción tenemos: la construcción del Palacio de Gobierno de Sucre; el puente sobre el río Pilcomayo, el edificio para la Municipalidad de Potosí, la nueva cárcel de Cochabamba y la prosecución de la obra de la catedral de La Paz.
Al reunirse el Congreso de 1898 en Sucre, la representación chuquisaqueña presentó un proyecto de ley de “radicatoria” el que preceptuaba que de allí en adelante el gobierno debía permanecer, obligatoriamente en la capital de la República, no pudiendo el Presidente salir de ella sin previa autorización del Congreso y en tal caso solamente por un tiempo determinado. Este proyecto, que tenía por antecedente otro que nueve años atrás se había presentado al Parlamento, de declarar como capital definitiva a la ciudad de La Paz, tuvo brevísimas consecuencias dentro de la vida interna del país y dio pábulo a un fatal desborde de pasiones regionales que estuvo a punto de destruir la unidad nacional.
Quienes se dieron cuenta de estos peligros sugirieron la conveniencia de aplazar su consideración, medida que-según se asegura' fue aceptada por Alonso. Sin embargo, los representantes de Chuquisaca impulsados por un exceso de sentimiento localista y estimulados por el pueblo que exigía tratar dicho proyecto se empeñaron en llevar adelante la cuestión. Desde las primeras discusiones los representantes nacionales las encontraron bajo la presión de un público fanatizado por el regionalismo.
Ante tal estado de cosas se presentó otro proyecto en el sentido de trasladar el Congreso a una ciudad neutral, por ejemplo, Cochabamba, en la que se pudiera discutir el asunto con tranquilidad. Este proyecto fue desechado sobre tablas por los partidarios de la ley de radicatoria.
La representación paceña considerando que su ciudad natal era la directamente perjudicada con esa ley, extremó, de su parte, su más ardiente oposición, conducta que hizo imposible su permanencia en Sucre donde la hostilidad popular les obligó a abandonar la sede del Congreso. Aprovechándose de esta ausencia los diputados de Chuquisaca precipitaron la aprobación de la ley y el Presidente de la República tuvo que promulgarla para su cumplimiento.
3. La Revolución Federal.
Al conocerse en La Paz los acontecimientos de Sucre, estalló a su vez la más vehemente protesta que tuvo su expresión en manifestaciones populares y reuniones de comités del vecindario. El pueblo de La Paz había recibido la ley de radicatoria como un acto de exclusiva hostilidad, ya que la ciudad del Norte había sido preferida como residencia de casi todos los gobernantes, muchos presidentes habían residido en ella la mayor parte del tiempo de sus administraciones, unas veces para tener bajo su personal control a esa ciudad que era considerada como la más inquieta y rebelde y otras veces por ser la población boliviana más próxima a la costa y por tanto la que tenía mayor contacto con el exterior y ser además la más poblada y laboriosa del país.
Generalmente para la mayor parte de la opinión pública la cuestión real de la capitalía de Bolivia era un simple enunciado ya que los gobiernos del siglo XIX, en época de constantes trastornos políticos y constante campaña de Norte a Sur y de Sur a Norte en lucha contra los facciosos. Definiendo esta característica nómada de los gobiernos nacionales un escritor extranjero con cruel ironía había dicho que “la capital de Bolivia era la grupa de la muía que montaba el Presidente”. De igual manera, los congresos tampoco tenían una sede establecida e invariable como sucedía en otros Estados, pues eran convocados en una u otra ciudad según la conveniencia de cada oportunidad.
El intento muy justificable en poner remedio a esta situación anómala causó por desgracia una exacerbación del amor al campanario que culminó con una sangrienta guerra civil.
A la pasión regional que brotó en el pueblo de La Paz se sumó otro factor netamente político que a la larga prevaleció aún sobre la tendencia federal que al principio invocaron los revolucionarios. El partido Liberal que se consideraba defraudado en sus derechos de mayoría electoral, después de que sufrió la derrota en las elecciones presidenciales aprovechó para derrocar del poder al partido Conservador.
Algunos de los revolucionarios de La Paz, acaso con sincera intención o bien simplemente por dar a su causa una apariencia más elevada invocaron la “federación” es decir una nueva forma de organización política para la República, que en anteriores ocasiones también había sido intentada, y en la cual cada uno de los Departamentos constituiría un Estado federalizado.
Con todos estos antecedentes el pueblo de La Paz se levantó encabezado por sus propias autoridades locales. Bien pronto un movimiento contra el gobierno aunó a todos los paceños relegándose cualquier diferencia política anterior para únicamente acudir a la defensa de su capital.
En conocimiento de estos hechos el Presidente Alonso se puso de inmediato a la cabeza del Ejército para marchar hacia el Norte a sofocar la revolución paceña. Las tropas del gobierno engrosaron con el unánime y entusiasta aporte de la juventud chuquisaqueña, resuelta por su parte a defender las prerrogativas de su terruño. Así la guerra civil entre pueblos hermanos quedó planeada con las más desastrosas y fatales perspectivas.
Después de una lenta campaña hacia el Norte el ejército constitucional se aproximó hacia Viacha. Mientras tanto La Paz se había rodeado de barricadas y su Vecindario, con igual o mayor tenacidad que el de Sucre organizó para la defensa y la lucha, sobre la base de sus guardias nacionales y sus sociedades de tiro y bajo la dirección del Coronel Pando el cual habiendo estado de Senador en Sucre se apresuró a correr en defensa de su ciudad natal. El aspecto más importante de la defensa dependía de la llegada de una partida de armas pedidas al exterior y al fin fueron recibidas.
El Capitán General de los constitucionalistas situado ya se ha dicho en Viacha, habría podido de inmediato iniciar el ataque a La Paz, pero se mostró irresoluto, según unos porque trataba de evitar la destrucción de la ciudad, pero según otros más profundos conocedores de la situación porque el gobierno consideraba muy inferiores sus fuerzas para tomar La Paz, lo evidente fue que el ejército constitucional tocó retirada para situarse en Oruro.
4. Caída de Alonso; La convención de 1898.
Los revolucionarios aprovecharon hábilmente las indecisiones del gobierno y, en un momento oportuno, cuando Alonso esperaba refuerzos de hombres y pertrechos bélicos, un destacamento de los federales interceptó estos auxilios capturando a quienes los conducían en el combate de Caracollo, llamado también el Primer Crucero. Finalmente salió al altiplano el ejército federal en pos del adversario. El combate tuvo lugar en los llanos de Paria o Segundo Crucero donde fue derrotado completamente el ejército de Alonso viéndose éste obligado a exiliarse en territorio chileno.
Lo que dio a esta lucha carácter más sangriento e inhumano fue la intervención de la raza indígena, la cual, llevada por sus impulsos primitivos, cobró inauditas venganzas en las exacciones y represalias de que fue víctima de parte del ejército dé Alonso durante su avance hacia el Norte. Los indígenas en su violenta actitud no se limitaron a atacar a los soldados constitucionales e inmolarlos bárbaramente como en Ayo-Ayo sino que atacaron también a las tropas federales como ocurrió por ejemplo en la sangrienta matanza de Mohoza.
Los revolucionarios de La Paz, al iniciar el movimiento habían organizado una Junta de Gobierno compuesta por el Prefecto de La Paz Dn. Serapio Reyes Ortiz, el Coronel José Manuel Pando y el ex-ministro de Gobierno de Alonso don Macario Pinilla, siendo Secretario General el Dr. Fernando E. Guachalla.
Después del triunfo del Segundo Crucero, el 1° de abril, se convocó a la elección de representantes para la Convención Nacional de 1899, la cual debía resolver el nuevo estado de cosas emergentes del movimiento revolucionario y además elegir al nuevo Presidente de la República.
Reunida la Convención se comenzó a discutir la reforma federal que habían invocado los revolucionarios. Después de arduas discusiones y estando frente a frente dos sectores equilibrados en número por la forma federal de gobierno y contra ella, se determinó por mantener la organización unitaria de la República. Al mismo tiempo los convencionales eligieron al Coronel Pando como Presidente de la República.