La Familia

El ciclo vital tacana

El antropólogo Wigberto Rivero Pinto explica que la organización social básica de los tacanas se fundamenta en la familia nuclear.  “Tienen tendencia de contraer matrimonios endogámicos en un alto porcentaje”.  Aunque no hay una ley interna que determine esto, porque ahora los miembros de esta nación también contraen nupcias con collas, cambas o integrantes de otras etnias.  El hombre se dedica al trabajo en los cultivos o parte de la casa para conseguir trabajo en otro sitio, y la mujer, como una constante en los grupos amazónicos, asume un rol igual de importante al administrar y distribuir la economía familiar, y también produce artesanías.

La visión tacana de los ciclos vital y del ser humano guarda datos reveladores para el ámbito antropológico.  Así describen este mundo los misioneros John e Ida Ottaviano: por ejemplo, la herencia en esta etnia se rige por la línea del padre, los bienes sujetos a ser traspasados son cafetales, escopetas, la casa, ropa, animales domésticos y cosas personales.  La autoridad principal de la familia extendida recae sobre el progenitor, que es “todopoderoso”, y el siguiente en autoridad es el hijo mayor, respetado por hermanos y hasta cuñados que conviven en el hogar.

Los términos de parentesco son: edue, pariente y hermano; tata edhi, abuelo; ahuicha, abuela; citara, madre; tataibe, hermano de padre; juju, hermano de madre; cuaibe, hermana de madre; nene, hermana de padre; cuna, hermano de mujer; usif hermano mayor de hombre; dau, hermano menor de hombre; daña, hermana menor de mujer; bacua, hijo o hija de hermano de hombre; ucucz, hija de hermana de hombre; bui, hijo o hija de hermano de mujer; hue, esposo o yerno; ne, esposa o nuera; ebaquepunaeczhue, hija; ebczcuaaane, hijo.

El esposo colabora en el parto con su mujer, quien se pone de cuclillas sobre una estera para dar a luz.  Para evitar que el bebé muera de niño, el cordón umbilical debe ser cortado por un hombre ajeno a la parentela, el que luego se convierte en padrino de la criatura.  Si no se encuentra al hombre adecuado, se deja al pequeño unido a la placenta hasta que sus padres lo hallen, hasta por un día.  Posteriormente, la placenta es envuelta en hojas y se la coloca en las ramas de un árbol con espinas para que el infante sea más fuerte.

Los recién nacidos son apretadamente faja-dos y protegidos del viento.  La madre es atendida con bebidas calientes para su recuperación y no es visitada durante el primer día. El niño no recibe oficialmente nombre hasta el bautizo.  Los varones ayudan en el trabajo a sus progenitores, incluso son los que sostienen el hogar con la cacería, mientras que las mujeres aprenden a hilar, tejer y ayudar a sus madres en las tareas de la casa.  La edad promedio para el casamiento de los tacanas es de 18 a 22 años; los hombres lo hacen, generalmente, tras salir del cuartel.

El cordón umbilical del bebé, para evitar que éste muera de niño, debe ser cortado por un hombre ajeno a la familia, quien luego se convierte en su padrino.  La placenta es colocada en un árbol con espinas para que el infante sea más fuerte

El joven le indica a su padre la chica con la cual desearía casarse, y éste pide la mano de ella a sus progenitores, aunque usualmente ya hay un acuerdo por debajo entre los enamorados para que suceda ello.  Hay la costumbre de que el varón le regale a la novia un collar de perlas y con telas blancas para usar el día de las nupcias. El ritual se celebra en la iglesia católica, y después de éste se instala una fiesta donde sobresale la presencia de la chicha.  Luego la pareja define en cuál de los hogares vivirá hasta llevar una vida independiente.

La muerte tiene asimismo costumbres en esta etnia.  Los tacanas bañan el cadáver antes de enterrarlo y lo envuelven en tocuyo al estilo de una momia. El velorio dura 24 horas y los parientes cantan los lamentos.  El ataúd se hace de tablas labradas de balsa y es trasladado sólo por varones.  Los Ottaviano sostienen que hay evidencia de que en la antigüedad estos indígenas encerraban a sus muertos en urnas de arcilla dentro de su vivienda, la que luego era abandonada; hoy también se aplicaría esto.  El luto se guarda por ocho días y en este periodo se infunde valor a los dolientes.