Territorio

Pugnas con colonizadores y madereros

Corazona Amutari Chau acaricia a su pequeño mono que se halla sujeto en su brazo izquierdo.  “Es el que llamamos sawi, y come insectos como arañas y chulupis de la casa.  Aquí hay animalitos de este tipo, pero han empezado a desaparecer por la tala de madera”.  El territorio ancestral de los tacanas colinda con uno de los reservorios más importantes del orbe: el Área de Manejo Integrado y Parque Nacional Madidi, donde viven aproximadamente 733 especies de fauna, 1.100 ejemplares de aves y 6.000 plantas superiores; pero está asediado por la depredación de la amazonia.  Esta etnia acusa que en los gobiernos dictatoriales del siglo pasado, el Estado repartió tierras en grandes extensiones en la provincia Abel Iturralde, al norte de La Paz, y concesiones forestales que afectaron las áreas de sus comunidades.  Con la penetración de la carretera de San Buenaventura a Ixiamas se inició, a la par, el proceso de colonización sin planificación y de manera desorganizada. Ante esto, en 1993 nació el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (Cipta), para demandar los predios habitados por sus antepasados, los que abarcaban los departamentos de Beni, Pando y La Paz.

Esta solicitud llegó posteriormente a las oficinas del Instituto Nacional de Reforma Agraria. Es así que desde 2003 existe una Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Tacana I que beneficia a 20 villorrios, la que supera las 370.000 hectáreas de extensión en la provincia Iturralde de La Paz; quedando pendientes 33.731 hectáreas para ser reconocidas. Aparte de ésta se encuentra la petición de la TCO Tacana II, con más de 454.000 hectáreas en la zona del río Madre de Dios, Pando, la cual toma en cuenta a cuatro aldeas, y está inmovilizada y en proceso de saneamiento.

El antropólogo Wigberto Rivero Pinto comenta que las toponimias de la región demuestran que ésta era antes habitada por esta etnia. “Rurrenabaque quiere decir arroyo del pato en su idioma; Beni, viento; Ixiamas era nombre de uno de sus caciques... ... Hay otra TCO titulada en el Parque Madidi donde los tacanas están mezclados con otros originarios”.  El presidente del Cipta, Jesús Leal Ruelas, dice que las aldeas “siempre tuvieron sus límites y lo único que se hizo con la tierra comunitaria fue recuperar sus espacios que estaban en dominio de gente completamente extraña y empresas”.

No obstante, la pugna agraria ha llevado a que los miembros de esta nación se enfrenten con colonizadores collas que instalan sin autorización asentamientos en la tierra comunitaria de origen, los que han vuelto a proliferar por la promesa estatal del renacimiento del ingenio azucarero en San Buenaventura. Asimismo, la titulación de la TCO y los proyectos productivos en el área, comenta Leal, igual han provocado el retorno de los

tacanas que en el pasado habían emigrado de sus poblaciones para intentar un mejor futuro económico en la urbe paceña o localidades cercanas.

Rivero informa que otro problema se da por la tala selectiva de madera en la zona.  Leal comenta que este punto ha pasado a ser controlado por la vigencia de las agrupaciones forestales en los predios tacanas.  Ellas administran los recursos naturales y firman contratos con empresas y aserraderos para venderles la madera entre 0,60 y 0,80 centavos por pie, dependiendo de la especie.  “Hay un manejo de desarrollo sostenible del bosque.  Está prohibido el uso de motosierras, por ejemplo.  El convenio es anual, y si la empresa del área incumple, se rompe el pacto”.

El antropólogo José Teijeiro Villarreal sostiene que el lema “tierra y dignidad” está muy penetrado en el discurso tacana.  Pero, tras haber logrado el reconocimiento de su territorio, asegura el responsable de Logística del Cipta, Arlum Medina Capiona, ahora la lucha de su cultura continúa contra los taladores de bosque que han provocado la depredación del medio ambiente y del hábitat natural de los animales, lo que se produce incluso por la bulla que emplean los “cazadores” de mará, roble y otras maderas apreciadas que todavía existen en el paraíso tacana.

Los proyectos subvencionados de acuerdo con los potenciases productivos de las zonas tacanas.

Uno de los aspectos que muestran la buena organización de los tacanas del norte paceño, a través de su Consejo Indígena, es que su predio originario fue zonificado para establecer una gestión territorial y una estrategia de desarrollo sostenible en cada sitio, de acuerdo con sus potenciales productivos.  Esto ha llevado a la creación de un fondo de pequeños proyectos que benefician a comunidades y/o familias, lo cual ha comenzado a cosechar sus frutos en los últimos años.  El objetivo final es lograr que los emprendimientos económicos se conviertan en empresas comunitarias.

Por ejemplo, sobresalen los siguientes proyectos: el de crianza de abejas nativas, que extrae cerca de 19 kilogramos de miel desde 2006 y conformó la Asociación de Productores de Miel Huasha Ena TCO Tacana, que incluye a seis aldeas y apunta a la comercialización en todo el país; el de manejo de la pesca, con media docena de villorrios que crearon la Asociación de Pescadores Tacanas del Río Beni, cuyos miembros están acreditados en el rubro por la Prefectura de La Paz, y que han participado en las ferias del pescado organizadas en la ciudad paceña...

El de peces ornamentales, con 11 poblaciones que estudian un precio justo para las 33 especies seleccionadas para su distribución; también se halla el de manejo de lagartos en las localidades de Carmen del Emero, Cachichira, San Antonio del Tequeje, Esperanza de Enapurera, Villa Fátima y Tres Hermanos: los resultados indican que la especie está en buen estado de conservación y que es posible su aprovechamiento sostenido a partir de este año; y el de mejoramiento de cultivos de cacao silvestre, con 140 hectáreas certificadas por la empresa Bio Latina.